jueves, 9 de febrero de 2012

El tiempo es oro y no tiene precio

En ocasiones nos pasamos la vida pensando en lo felices que "seríamos si" terminamos nuestros estudios, conseguimos nuestra "media naranja", obtenemos un buen puesto de trabajo, conocemos aquel país anhelado, tenemos una casa frente al mar, etc, etc, y todo esto se convierte en mensajes inconscientes de que debemos prorrogar continuamente la felicidad que nos debemos, merecemos y necesitamos.

Es indudable que pensar a futuro nos proyecta más planeadamente sobre nuestros ideales, lo cual, es importante para el alcance de las metas que tengamos, pero, quedarnos sólo en el futuro nos pone sobre bases inciertas que aún no se han consolidado y que por tanto, se pueden caer en cualquier momento, además, puede llegarnos a consumir gran cantidad de tiempo, tiempo que es oro y no tiene precio, tiempo que podría ser mejor invertido si en gran proporción nos lo otorgamos para nuestra vida presente.

Asimismo, como el pasado no lo podemos modificar, tampoco es conveniente gastar tanto tiempo en recuerdos de lo que pudo haber sido y no fue, de lo que pudimos haber hecho y no hicimos, y más aún si el recuerdo viene cargado de sucesos negativos, nuestro tiempo se desgasta y nos genera malestar en nuestro presente.

Por lo tanto, teniendo en cuenta que desde una perspectiva trascendental, el tiempo no tiene precio, pues no es como las cosas materiales a las cuales le puedas adjudicar un valor monetario de forma objetiva y práctica, vale la pena administrarlo muy bien, emplearlo de forma activa, dinámica y óptima. Disfrutar de cada hora, de cada minuto y de cada instante, ya que no somos eternos y en esta vida del desenfreno laboral, muchas veces mecanizado y de rutina, se hace más notoria la necesidad de hacer un alto en el camino y generar nuevas estrategias para manejar nuestro tiempo, el cual no se recupera.

En esa medida, resulta ser una gran inversión de tiempo, realizar actividades que sean más placenteras y constructivas para nuestra vida, como por ejemplo, compartir más tiempo con nuestros seres amados y con nosotros mismos, descansar, aprender, contemplar la naturaleza, reflexionar, acercarnos a los necesitados de apoyo, acercarnos a la dimensión espiritual de nuestro ser, valorar cada acción que se haga con voluntad y a consciencia, sabiendo que a cambio recibiremos por nuestro tiempo invertido, una inmensa satisfacción, la cual, a la vez, representa "oro" y no tiene precio.