martes, 13 de noviembre de 2012


El Tesoro está en tu interior


Fuente de la imágen: http://laveraddominicana.wordpress.com/2008/07/26/lecciones-de-la-vida/


Amar la vida, apreciarla y valorarla por la vida misma, por constituir un milagro, representa el tesoro que enriquece nuestra alma.

No es posible amar la vida, amarla de verdad si jugamos con destruirla de cualquier forma, si la ponemos en riesgo y no tomamos las medidas preventivas.

Amar la vida, amando desde nuestra naturaleza, valorando lo que somos y como hemos sido creados en la perfección divina, considero que es lo primordial para edificar desde allí todo el conjunto de vivencias presentes y futuras, es la base sobre la cual, no siempre se cuenta, pero se puede empezar a tomar mayor consciencia de ello "aquí y ahora".

Si nos queremos, valoramos la vida y por tanto a nuestra vida, debemos asumir el total cuidado y amor de nuestro ser biológico, mental y espiritual, alimentándonos saludablemente, buscando fuentes de crecimiento y de formación en todo aquello que necesitamos y por lo que además, sentimos vocación; así también, transmitiendo esa misma percepción de autocuidado a quienes nos rodean y ser multiplicadores de ideas cada vez más constructivas y enriquecedoras.

El tesoro no lo encontraremos afuera encapsulado en una mágica bola de cristal, pues el tesoro ya lo tenemos en nuestras manos, sólo falta contemplarlo y sujetarlo con firmeza, pues a cada uno nos pertenece y tenemos derecho de tenerlo. La vida hay que sentirla a plenitud, imaginar su color, textura, sabor, olor, sonido y mucho más....ejercitándonos con frecuencia en este nivel, llegará el momento en que la vida, tan privilegiado tesoro, no será pasar de largo al caminar, sino que tendrá cada vez mayor sentido, aquel que nos impulsa a crecer cada vez más como la luz y la energía que se expande porque no resulta fácil ocultar, por ser potente e imperecedera.

 
                                                 

jueves, 9 de febrero de 2012

El tiempo es oro y no tiene precio

En ocasiones nos pasamos la vida pensando en lo felices que "seríamos si" terminamos nuestros estudios, conseguimos nuestra "media naranja", obtenemos un buen puesto de trabajo, conocemos aquel país anhelado, tenemos una casa frente al mar, etc, etc, y todo esto se convierte en mensajes inconscientes de que debemos prorrogar continuamente la felicidad que nos debemos, merecemos y necesitamos.

Es indudable que pensar a futuro nos proyecta más planeadamente sobre nuestros ideales, lo cual, es importante para el alcance de las metas que tengamos, pero, quedarnos sólo en el futuro nos pone sobre bases inciertas que aún no se han consolidado y que por tanto, se pueden caer en cualquier momento, además, puede llegarnos a consumir gran cantidad de tiempo, tiempo que es oro y no tiene precio, tiempo que podría ser mejor invertido si en gran proporción nos lo otorgamos para nuestra vida presente.

Asimismo, como el pasado no lo podemos modificar, tampoco es conveniente gastar tanto tiempo en recuerdos de lo que pudo haber sido y no fue, de lo que pudimos haber hecho y no hicimos, y más aún si el recuerdo viene cargado de sucesos negativos, nuestro tiempo se desgasta y nos genera malestar en nuestro presente.

Por lo tanto, teniendo en cuenta que desde una perspectiva trascendental, el tiempo no tiene precio, pues no es como las cosas materiales a las cuales le puedas adjudicar un valor monetario de forma objetiva y práctica, vale la pena administrarlo muy bien, emplearlo de forma activa, dinámica y óptima. Disfrutar de cada hora, de cada minuto y de cada instante, ya que no somos eternos y en esta vida del desenfreno laboral, muchas veces mecanizado y de rutina, se hace más notoria la necesidad de hacer un alto en el camino y generar nuevas estrategias para manejar nuestro tiempo, el cual no se recupera.

En esa medida, resulta ser una gran inversión de tiempo, realizar actividades que sean más placenteras y constructivas para nuestra vida, como por ejemplo, compartir más tiempo con nuestros seres amados y con nosotros mismos, descansar, aprender, contemplar la naturaleza, reflexionar, acercarnos a los necesitados de apoyo, acercarnos a la dimensión espiritual de nuestro ser, valorar cada acción que se haga con voluntad y a consciencia, sabiendo que a cambio recibiremos por nuestro tiempo invertido, una inmensa satisfacción, la cual, a la vez, representa "oro" y no tiene precio.

viernes, 27 de enero de 2012

¿Obstáculos o Retos?

En ocasiones solemos pensar que una vida llena de obstáculos puede resultar frustrante para el ser humano. Una vida caminada entrecortadamente, con caídas y recaídas por los tropezones afectivos, sociales, económicos y de salud genera gran incertidumbre, sobre todo para quien carece de una mirada trascendental y no está fuerte espiritualmente.

Sin embargo, cuando la mirada que tenemos es más esperanzadora y divisamos la luz que se esconde detrás de cada situación difícil, podremos percibir en lugar de "obstáculos", los "retos" sobre los cuales empezar a trabajar. La principal diferencia radica en que mientras el "obstáculo" se le significa como una barrera que no permite continuar con nuestros ideales, el "reto" constituye un poderoso motivador que impulsa a perseverar y a encontrar nuevos alcances, por lo cual, genera la movilización de recursos personales y la búsqueda de herramientas más eficaces que las antigüamente utilizadas.

El Reto implica, por tanto, ser flexible al cambio, creativo e innovador y, por supuesto, mucho poder de convencimiento sobre nuestras propias capacidades. Confiar en que lo lograremos, ser pacientes consigo mismos, alientarnos en nuestras propias amarguras y felicitarnos en cada nuevo paso, por más pequeño que pueda parecer.

Por allí se escucha popularmente decir que triunfador no es aquel que pocas veces se ha caído, sino aquel que muchas veces se ha levantado de las caídas de la vida. Así que, la invitación es a seguir adelante cabalgando hacia el futuro, disfrutando plenamente cada uno de nuestros días, encontrando lo que podemos aprender cada momento, de cada tropiezo, reconociendo que la imperfección hace parte del ser humano, pero que tenemos mucho que aportar en este mundo, desde todo nuestro ser, mente y corazón.